I

El hombre es un animal débil y desarmado cuyo instinto de agresión ha sido potenciado por el desarrollo cultural. Los grupos humanos reaccionan ante los demás por la agresión. La interacción del miedo y la agresividad ha hecho del hombre el más conflictivo y peligroso animal de presa. Todo grupo humano trata de destruir, dominar, robar, esclavizar, explotar, matar, comerse, asimilarse, defenderse de e imponerse a los demás, por todos los medios a su alcance. No hay ejemplo histórico o prehistórico de pueblo que, pudiendo hacerlo, haya aceptado la presencia y el libre desenvolvimiento de los otros, aunque haya pueblos especialistas para los que la liquidación de los demás es empresa permanente, prioritaria, irrenunciable, hasta comprometer con ella sus propios bienestar, libertad y existencia...

La existencia del pueblo dominante no está amenazada, pero pretenderlo forma parte de su propaganda interna y externa. Cuando las naciones se identifican con sus imperios, confieren a éstos el mismo valor existencial, mientras no aceptan, asumen o digieren su privación. Los colonos y los renegados son por eso la capa más motivada, exigente y resistente del imperialismo absoluto. Lo que puede llevar a la rebelión, la guerra civil o el golpe de estado como resultado del conflicto añadido por la frustración y la desesperación coloniales ante el “abandono” de la metrópoli. En otros casos, son los mismos colonos los que buscan y logran la independencia ante la opresión de que la madre-patria les hace objeto...

Buscar, atribuirse y utilizar la mayor capacidad posible de violencia actual y virtual a su alcance, disminuyendo o anulando la de los demás, tal es la norma fundamental de la política de las naciones, la única que éstas conocen y reconocen.

El brusco desenlace del período de hegemonía bicéfala y del equilibrio del terror nuclear como determinantes del orden mundial de la postguerra ha dejado en manos de la superpotencia única la función dirigente de la relaciones internacionales...

Las guerras y las postguerras, los movimientos de liberación nacional, el duopolio hegemónico, los pactos internacionales, la Sociedad de Naciones y las Naciones Unidas llevaron a formular los términos de un nuevo orden internacional concerniente a la guerra, los derechos humanos, el derecho de autodeterminación. Pero la incapacidad para desarrollarlo y aplicarlo ha desacreditado la pretensión originaria de las Organizaciones internacionales de fundar el derecho para todos los pueblos del mundo. Capaces de oponerse a algunos Estados menores, han puesto siempre de manifiesto su incapacidad, inherente y constitutiva, para incorporar u oponerse a los grandes potencias, a las que no tienen voluntad, interés ni medios para incorporar, contener u obligar. La proclamada Igualdad de derechos entre las naciones y los Estados está en contradicción flagrante con la realidad internacional, la propia Carta de la Organización consagra los fundamentales privilegios de cinco de sus miembros...

El derecho internacional de libertad, libre disposición o autodeterminación de los pueblos es el derecho fundamental inherente y consuetudinario de independencia incondicional e inmediata contra el imperialismo, contra la agresión y la ocupación alienígenas. Esta es una proposición tautológica.

El imperialismo es la negación actual o virtual, teórica y práctica, de la libertad nacional y del derecho de autodeterminación de los pueblos. El generalmente llamado “derecho de autodeterminación” y el imperialismo son constitutivamente contrarios y correlativos, no pueden darse el uno sin el otro y contra el otro...

La cuestión nacional es la cuestión de la política y el derecho de las naciones. La cuestión nacional de los pueblos subyugados y colonizados es sólo especie de la cuestión nacional en general.

Todos los pueblos del mundo afirman su pretensión de vivir libres y seguros en su patria libre, con el territorio y los recursos que la constituyen, de preservar su libertad e identidad nacionales por todos los medios posibles frente a la agresión y la ocupación imperialista y colonial, de mantener su propio derecho, si no el de los demás, de autodeterminación y legítima defensa...

Pero la historia general no tiene nada de puro ni de virginal, y la historia especial del imperialismo supera con mucho la evocación y las actividades de una casa de mala nota, aún cuenta habida de que aquí las notas las dan siempre los mismos.

Es sabido que un poder político establecido aparece, en gran medida y por el solo hecho de estarlo, como evidente, necesario y “natural”. Base y estructura poseen una “realidad” socio- geológica y prepolítica, que “escapa” al conocimiento y a la actividad propiamente históricos, sociológicos, políticos y jurídicos. Las ciencias sociales reintegran las ciencias naturales. Se trata de representar la política (como la producción) “como encerrada en leyes naturales, eternas, independientes de la historia”. “La violencia organizada concuerda hasta tal punto con las condiciones de vida de los hombres, o se presenta ante ellos con una superioridad aparentemente tan insuperable, que éstos la sienten como una fuerza de la naturaleza o como el entorno necesario de su existencia”....

La política tiene por objeto la determinación del comportamiento social por medio de la violencia. La ideología tiene por tiene por objeto la determinación del comportamiento social por medio de las ideas. Viene dada en la historia de los conflictos políticos como un invento de los fuertes para reforzar y ampliar su poder, invento revisado por los débiles para fundar y confortar su pretensión de emancipación.”...

Afirman que “en democracia” cada partido presenta libremente sus proposiciones políticas y el pueblo decide. Pero el imperialismo fascista en el poder no se ha constituido presentando proposiciones en democracia. Ha “presentado sus proposiciones” tras imponer su dominación por la violencia, la guerra, la subyugación, la represión y el terror. Y en el mismo marco “presentan libremente sus proposiciones” las víctimas supervivientes de siglos de agresión y despotismo.

Desde la Revolución Francesa, el totalitarismo invoca cada vez más los derechos humanos, la igualdad, la libertad, la autodeterminación de los pueblos, para encubrir o legitimar el despotismo, el imperialismo y el fascismo. Los términos y los conceptos comunes se conservan, recuperan y falsifican para encubrir y legitimar ideas diferentes...

En las relaciones políticas internacionales, la paz y la guerra, las cuestiones de los derechos humanos, del imperialismo y el fascismo, de la libertad y la democracia se tratan y resuelven, en un sentido o en otro, por la violencia, no por los buenos sentimientos o el imaginario normativista. En la implacable lógica de la sociedad internacional de estados “independientes”, agresión, guerra total, exterminio, terrorismo, tortura, matanzas, deportación, deculturación, deportación, colonización, pillaje, asimilación, son prácticas fuertes, superiores, que dan ventaja a los que las utilizan con mayor extensión y ferocidad y penalizan a los demás, lo que lleva a su generalización entre los contendientes que disponen de medios para ello. “Nos guste o no, así son las cosas”...

Los moralistas e hipócritas profesionales que nos infligen a diario su insufrible ministerio proclaman, con virtuosa satisfacción y según manido aforismo, que “el fin no justifica los medios”. Se trata, por supuesto, del fin y los medios siempre reprobables, rechazables y condenables, de los demás, no de los que persiguen y emplean ellos, siempre loables, aceptables y santificables. En un Estado o entre Estados, “quien tiene derecho al fin lo tiene también a los medios”. El fin justifica siempre y necesariamente los medios, los juicios de orden moral nada tienen que aducir en una cuestión de pura y simple lógica formal. Si el fin es injusto, los medios lo son también. “Si el fin es justo, los medios lo son también; esto es una proposición tautológica.”

“Mientras uno mantenga su derecho de hacer cuanto le agrade, los hombres se encuentran en situación de guerra.”...

Económica, política e ideológicamente dependientes del régimen en que se encuentran cómoda o incómodamente alojados, colaboracionistas y cómplices coinciden activamente con él en la tarea prioritaria de evitar todo desarrollo de una conciencia y una oposición de nivel estratégico, que pondrían en peligro el sistema de que forman parte. Saben muy bien que la menor libertad de expresión y crítica sería letal para su empresa de confusión y mistificación de masas.

Son, por eso, enemigos irreconciliables de la libertad de las ideas, incluidas aquellas que ellos mismos proclamarían y explotarían si se les ocurrieran a ellos. Cosa imposible, porque el alcornoque, tan común en las colonias, no dará nunca peras. Necesitan seguir engañando a sus incautos seguidores que, en buena medida, no piden ya otra cosa....

Ver las cosas como son es la primera condición para combatir la opresión internacional sobre los pueblos. Pero la misión de colaboracionistas y cómplices es precisamente mantenerlos en la inopia, confundiendo y haciendo perder contacto con la realidad a los adversarios del fascismo y el imperialismo y haciendo de ellos presas fáciles en su ruta hacia el matadero.

La necesidad de dar credibilidad a la vía institucional y la lucha armada, conduce a sus promotores a la negación de la realidad, para hacer creer a los pueblos, y tal vez creerse ellos mismos, que el imperialismo y el fascismo, como el diablo, no existen...

En el mundo en que vivimos no hay trucos, atajos ni rodeos que permitan hacer la economía de una línea política acorde con la realidad de las fuerzas en presencia. Su conservación o modificación, en beneficio propio y en perjuicio del adversario, son el objeto de la actividad política. La estrategia implica una estructura constituyente de fines y medios. Todo grupo social se realiza como agente en esta dimensión o sufre un proceso ineludible de liquidación generalizada. Las opciones tácticas, que sólo en el planteamiento estratégico existen, desaparecen con la ruina de éste. Sin estrategia no hay táctica. El pueblo que carece de estrategia propia hace necesariamente la de los demás. Quien renuncia al imperativo estratégico como base de comportamiento, adopta la estrategia y hace la política del fascismo y del imperialismo...

El orden y el desorden imperial o hegemónico del siglo XXI no son los del equilibrio bipolar y el terror nuclear del XX. Aun en áreas reducidas, el marco “institucional” no es el mismo ahora que bajo el Estado “liberal”. El mundo actual del no es el de 1834 y las guerras carlistas, ni el de 1936 y la crisis bélica ascendente, ni siquiera el de 1975 y la crisis institucional del primero al segundo franquismo. Los atentados del siglo XXI no tienen la misma significación y el mismo tratamiento que los atentados del XIX. El totalitarismo, integrado e integral de los sucesores y continuadores hipócritas del general Franco no es el mismo arqueo-totalitarismo castrense residual y mal considerado del fundador, cómplice y criatura del Eje. Ignorarlo es la normalidad de los pueblos débiles, incapaces de llegar a tiempo a las encrucijadas históricas decisivas...

No hay unidad política sino en función estratégica. Sin ella no cabe unidad, ni falta que hace. Para hacer las cosas mal, más vale separarse, lo que permite preservar los factores de recuperación ideológica y política. Toda división es, cuando menos, cosa de dos, pues nadie a inventado por ahora la forma de dividir por uno. La cuestión está en saber qué se divide y para qué. Los pueblos no son derrotados porque divididos, la liquidación estratégica precede a la descomposición política. Las inevitables divisiones suplementarias, por los màs irrelevantes o deleznables motivos circunstanciales o personales, sólo manifiestan que la destrucción estratégica y la división polìtica se han producido ya con anterioridad...

“Las clases cultivadas de los imperios inca o azteca fueron diezmadas por los invasores venidos de España y las masas indias, privadas de su cultura tradicional, vegetaron durante siglos, sin razón para vivir, tratados como sub-hombres por los vencedores devenidos clase privilegiada de la sociedad colonial.” Los conquistadores destruyeron civilizaciones que no podían ni querían comprender, sin tener siquiera conciencia de cometer un crimen.” Era la culminación del terror absoluto, la crueldad sin límites, los espantosos crímenes que han caracterizado siempre la asociación de la Iglesia católica con el Estado español, la alianza del fanatismo clerical y el nacionalismo imperialista. Con las encomiendas, la expoliación, los trabajos forzados, la esclavitud, la Inquisición y los autos de fe se importaron también las grandes epidemias. El problema demográfico se resolvió con veinte millones de muertos, relevados por esclavos africanos, que consolidaron el imperio español de Indias...

“Si la independencia del protectorado o de la colonia fuera considerada por el Estado imperial como un mal absoluto, una derrota irremediable, se volvería a la dualidad elemental amigo-enemigo. El nacionalista – tunecino, marroquí, argelino – sería el enemigo, no ocasional ni siquiera permanente”, “sería el enemigo absoluto, aquel con quien ninguna reconciliación es posible, cuya existencia misma es una agresión y que, en consecuencia, si se siguiera la lógica hasta el final, habría que exterminar. Delenda est Cartago: es la fórmula de la enemistad absoluta, la enemistad de Roma y de Cartago; una de las dos ciudades está de más. Si Argelia debe quedar definitivamente francesa, los nacionalistas que quieren una Argelia independiente deben ser eliminados sin piedad. Para que millones de musulmanes se hagan franceses a mitad del siglo XX, es necesario que no puedan ya soñar en una nación argelina y olviden a los testigos que se hicieron degollar”...

Bastan la presunción, la sospecha o la calificación de un funcionario para que los supuestos sujetos de derechos fundamentales sean perseguidos, detenidos, secuestrados o encarcelados, inculpados, condenados o fusilados como terroristas en cualquiera de los Estados miembros, por Gobiernos, Organizaciones, comisiones y tribunales que no saben definir o no están de acuerdo en qué es terrorismo, en virtud de calificaciones jurídicas que ni siquiera coinciden entre sí ni en la semántica, ni en los conceptos, ni en el procedimiento, ni en la sanción.

Penas, “medidas de seguridad, prevención”, represalias y represivas, extensivas contra personas y bienes “sospechosos” individuales y colectivos, “provisionales, de urgencia, de excepción”, once años sin reparación por “error”. La realidad. Lo que el fin justifica, tortura, corrupción, delación, drogadicción funcional...

Pero, como todo en el mundo, el imperialismo se mueve. La dinámica del imperialismo se desarrolla según ciclos políticos e ideológicos que corresponden a la permanencia y la evolución de la relación de fuerzas. La agresión, la guerra, la ocupación militar, la “revolución”, el terrorismo, la violencia monopolista institucional y sus efectos inmediatos, modifican brutalmente el orden político, estableciendo el régimen totalitario de dominación- indefensión que el nacionalismo imperialista necesita.

A las fases de ruptura y ofensiva, de guerra y terror sin ley, eliminada toda oposición política efectiva, siguen, a través de los tiempos y al abrigo del monopolio de la violencia, fases “de derecho, ordenadas y pacíficas” para la explotación, la verificación y la consolidación de los resultados adquiridos mediante formas más adaptadas y resistentes de estabilización y explotación del poder...

Ver las cosas como son es la primera condición para combatir la opresión internacional sobre los pueblos. Pero la misión de colaboracionistas y cómplices es precisamente mantenerlos en la inopia, confundiendo y haciendo perder contacto con la realidad a los adversarios del fascismo y el imperialismo y haciendo de ellos presas fáciles en su ruta hacia el matadero.

La necesidad de dar credibilidad a la vía institucional y la lucha armada, conduce a sus promotores a la negación de la realidad, para hacer creer a los pueblos, y tal vez creerse ellos mismos, que el imperialismo y el fascismo, como el diablo, no existen...

Los modernos Estados dominantes proponen, a veces, caminos a una vana esperanza que basta frecuentemente para contener y dividir al adversario actual o virtual. Un pueblo sin política credible es siempre presa de los espejismos y las soluciones de facilidad que la propaganda fascista e imperialista suscita. Pero la realidad que corresponde a tales ilusiones y comodidades no existe. El oportunismo es la subordinación y el abandono de posiciones políticas y los principios ideológicos fundamentales y, con el fin o el pretexto de obtener beneficios ilusorios, superficiales, secundarios o “tácticos”...

La política tiene por objeto la determinación del comportamiento social por medio de la violencia. La ideología tiene por objeto la determinación del comportamiento social por medio de las ideas. Viene dada en la historia de los conflictos políticos como un invento de los fuertes para reforzar y ampliar su poder, invento revisado por los débiles para fundar y confortar su pretensión de emancipación....

La denuncia por la propaganda dominante de “la dictadura del miedo” que constituyen los atentados y no la violencia y el terrorismo de Estado es una memez téorica. Que tenga alguna virtualidad ideológica es una muestra más de la destrucción de la razón por el fascismo y el imperialismo. Los que cometen atentados no pueden ejercer la dictadura, los que ejercen la dictadura no pueden cometer atentados, ésta es una proposición tautológica. La “tesis” en cuestión encierra, además, una apología, una exaltación y una amplificación apenas camufladas de los atentados como factor político, siempre presentes o latentes en la propaganda monopolista...

Tras el Pacto de Lizarra-Garazi y sus sillas vacías, seguidos por el plan del 13 de Mayo y su prolongada, permanente, inamovible y desértica mesa de negociación, el grupo Pnv-Eta presenta nuevos planes de paz, diálogo y libertad cada vez a mayor velocidad, para ocultar que no tiene ninguno, que no sea el de seguir engañando al pueblo como hasta ahora, mientras éste acepte que le tomen el pelo y el régimen de ocupación lo estime conveniente...